acompaña en tu partida, buscando así consolarme.
Si te viera en un instante, ensamblaría en tus ojos,
mis deseos, mis antojos y
amarte así, noche y día.
Eres tú dueño y señor, yo soy el ángel mezquino,
porque a veces no imagino, interrumpo tu labor.
Pero nunca olvidarás, que este ángel es guarda,
que te conserva, te
alaba, te resguarda y amará.
Privada de tu cariño,
no niego que desespero,
busco medios, no encuentro, olvidar así el dolor.
Me castigo y reprendo, cuando necesito hablarte,
te veo ya en todas partes, eres dueño del
amor.
De mis manos con esmero, dejo que fluya el agua,
imaginando una playa, que contenga a nuestro ser.
Colmada del bien
ya sé, algún día, será nuestro,
nuestra morada, el
cielo, hasta el encuentro final.
Siempre me encontrarás, en los valles, las montañas,
mirando el sol, con las ganas, de llenarte del calor.
Estrechando suavemente, tu cuerpo al mío esperado,
convirtiendo en
paraíso, nuestro sueños de placer.
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